La contaminación atmosférica es la causa directa de 9 millones de fallecimientos cada año en todo el mundo, según han resaltado hoy los participantes en la segunda y última jornada del I Encuentro Internacional sobre Salud y Enfermedades Medioambientales, que se celebra desde el jueves en Barcelona.
Los expertos que participaron en el encuentro, que se celebró en el Hospital HM Nou Delfos de la ciudad española, advirtieron de que la exposición a la polución durante el primer año de vida y la infancia afecta a diferentes rasgos de la inteligencia, rendimiento y cognición, mientras que en los adultos favorece el desarrollo de enfermedades como EPOC, asma, alergias, tumores o alteraciones en el sistema endocrino.
La segunda jornada del I Encuentro Internacional sobre Salud y Enfermedades Medioambientales sirvió para analizar cuáles son las principales causas de muerte de la población mundial y qué características tiene el entorno en el que se producen.
«Los resultados son significativos, pues la contaminación atmosférica está provocando 9 millones de fallecimientos al año en el mundo, mientras que el cambio climático incide directamente en el deceso de 500.000 personas al año e, indirectamente, en el de decenas de millones», explicó Fernando Valladares, director del grupo de Ecología y Cambio Global en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, que presentó la ponencia titulada «¿De qué morimos?».
Más de un centenar de profesionales de diferentes sectores se han reunido por primera vez con el objetivo de debatir sobre cómo los factores medioambientales pueden estar influyendo en el desarrollo de nuevas patologías o en el incremento en la incidencia de trastornos ya conocidos.
En este sentido, los especialistas estimaron que los factores medioambientales pueden ser la causa de aproximadamente el 35% del total de fallecimientos que se producen al año en el mundo.
Según Valladares, la contaminación atmosférica se asocia al desarrollo de enfermedades respiratorias como la EPOC o el asma, cardiovasculares como el ictus, cáncer cerebral, de pulmón o vejiga y problemas en el sistema endocrino (disrupciones metabólicas).
Valladares subrayó que «históricamente, la esperanza de vida se ha ido alargando gracias a los avances científicos y de la medicina, pero desde hace unos años se está observando que se encuentra estancada y diferentes estudios apuntan a que la degradación del medio ambiente va más rápido que los progresos médicos».
«De esta manera, por primera vez en 150 años, podría producirse el hecho de que la generación de hijos viva menos años que la de sus padres».
«La sociedad es cada vez más consciente de la relación existente entre medio ambiente y salud», aseguró Juan Antonio Ortega, coordinador de la Unidad de Salud Medioambiental Pediátrica (PEHSU) del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia (sureste), quien impartió la conferencia «Órbita PEHSU: El poder de la buena salud».
El especialista, con más de 20 años de experiencia en pediatría y salud medioambiental, añadió que «ya no es extraño que los padres pregunten qué hábitos deben seguir para proteger a sus hijos. Ahora, lo que hace falta es trasladar a la práctica clínica lo que ya se sabe y será necesario crear unidades específicas, muy escasas actualmente en la sanidad española. Nuestro desafío no es humanizar la medicina, sino renaturalizarla».
Con información de EFE