El número de fallecidos por las fuertes lluvias que han azotado el litoral del estado brasileño de Sao Paulo subió de 40 a 44 fallecidas, mientras que los desaparecidos se mantienen en alrededor de 40, informaron este martes fuentes oficiales.
La zona más castigada es el municipio de Sao Sebastiao, donde se han reportado 43 muertes por la que ya es «una de las mayores tragedias de la historia» de la región, que soportó un nivel de precipitaciones récord en la historia del país, con más de 680 milímetros en 24 horas.
La otra víctima mortal se registró en la localidad de Ubatuba.
Unas 2.500 personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares y alojarse temporalmente en casas de familiares, escuelas y sedes de organizaciones de la sociedad civil.
Más de 600 efectivos, incluidos soldados del Ejército, continúan de forma ininterrumpida con las labores de rescate y búsqueda con la intención de localizar a los desaparecidos y salvar a las personas que se han quedado aisladas en comunidades de la zona.
Entre las personas rescatadas está la ministra de Gestión de Brasil, Esther Dweck, quien se encontraba con su familia en una urbanización situada en la playa de Camburi, en Sao Sebastiao, según medios locales.
Las autoridades también han iniciado la distribución de 7,5 toneladas de ayuda humanitaria, pues en diversos puntos sigue sin haber suministro de agua, ni electricidad y hay serios problemas con las comunicaciones.
Por otro lado, el gobernador de Sao Paulo, Tarcísio De Freitas, anunció este martes que la Marina montará un hospital de campaña para atender a las víctimas, con 300 camas de enfermaría y una veintena de profesionales sanitarios.
Las lluvias torrenciales causaron numerosas inundaciones y deslizamientos de tierra en al menos seis ciudades del turístico litoral paulista: São Sebastião, Caraguatatuba, Guarujá, Bertioga, Ilhabela y Ubatuba.
De Freitas, exministro de Infraestrctura del Gobierno de Jair Bolsonaro (2019-2022), decretó el «estado de calamidad pública» en esos municipios, con vistas a acelerar la liberación de recursos para atender a la población.
Muchas carreteras también fueron gravemente dañadas, entre ellas la que conecta las ciudades de Santos y Río de Janeiro, lo que está dificultando a las brigadas de rescate llegar a zonas afectadas por el desastre.
La catástrofe ocurrió en plenas fiestas de Carnaval, cuando decenas de turistas se desplazan desde las grandes ciudades hasta esta región de playas paradisíacas en mitad del Bosque Atlántico.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, sobrevoló el lunes las zonas más castigadas para conocer de primera mano la situación, acompañado por una nutrida comitiva de ministros.
El líder progresista se comprometió a «reconstruir» las viviendas destruidas o damnificadas en la región y pidió a las autoridades del país que dejen de construir en zonas consideradas de alto riesgo para inundaciones y deslizamientos de tierra.
Las tormentas en la región sureste de Brasil durante esta época del año suelen ser habituales, pero en los últimos años se han mostrado más intensas y destructivas.
EFE