América es la única región del mundo donde la mortalidad por suicidio ha ido en aumento desde 2000, indicó este jueves la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en un estudio publicado por la revista especializada The Lancet Regional Health.
En 2019, último año del que ofrece datos, se produjeron en el continente 97.000 suicidios.
La mayoría se dan entre hombres (79 %), pero el suicidio entre las mujeres también ha crecido, añadió esa organización, que apunta que la tendencia al alza se produce a pesar de los esfuerzos por reducir el suicidio a nivel mundial.
Esas 97.000 muertes equivalen a una tasa de mortalidad por suicidio de 9 por cada 100.000 habitantes, que en el caso de los hombres se eleva a 14,2 y en el de las mujeres se reduce a 4,1.
La OPS, que estudió datos relativos a 33 países, destaca en su investigación que hay diferencias notables: Norteamérica tiene la tasa más alta, de 14,1 por cada 100.000 habitantes; mientras que la zona de los Andes la más baja, de 3,9, debido principalmente a «diferencias socioculturales»,
Ese rango oscila entre los 0,3 por cada 100.000 habitantes en Barbados hasta los 65 en Guyana.
«Mientras que el homicidio y el consumo de alcohol y otras sustancias se asocian con un aumento de la mortalidad por suicidio entre los hombres, la desigualdad educativa fue el principal factor entre las mujeres. Para ambos sexos, el desempleo se asoció con un aumento», sostuvo la OPS.
Para prevenir el suicidio, según el jefe de Salud Mental y Uso de Sustancias de esa organización, Renato Oliveira e Souza, hay que «ir más allá de limitar el acceso a los métodos para cometerlo, de fortalecer las habilidades socioemocionales y de mejorar el acceso a la atención de salud mental».
«También debemos abordar los factores contextuales que afectan de forma diferente a hombres y mujeres, lo que requiere un enfoque de toda la sociedad», añadió.
Los hombres, por ejemplo, son menos propensos a buscar ayuda sanitaria y más tendentes a caer en comportamientos de riesgo, como el consumo fuerte de alcohol.
La OPS estipula que aumentar las oportunidades de empleo y mejorar el acceso y la capacidad de los servicios de salud, incluidos los relacionados con el tratamiento del consumo de drogas, podría reducir las tasas, así como potenciar las conexiones sociales en zonas rurales y poco pobladas.
La tasa media de mortalidad entre los varones en América disminuyó a medida que creció el gasto en salud per cápita, mientras que la de las mujeres se redujo conforme aumentó el número de médicos empleados por cada 10.000 habitantes.
Para ambos sexos, indica la OPS, esa tasa cayó a medida que crecía la densidad de población, lo que apunta a la necesidad de apoyar a quienes viven en áreas rurales aisladas.
La autora principal de ese estudio, Shannon Lange, científica del Instituto de Investigación en Políticas de Salud Mental (CAMH) de Canadá, recalcó que en los esfuerzos de prevención deberían destacarse «medidas multisectoriales dirigidas a la salud y en bienestar de la población». EFE