Familiares de la población reclusa detenida en la División Contra Robos del Cicpc denunciaron ante Una Ventana a la Libertad (UVL) que sus parientes tienen 10 meses sin visitas. Es decir, desde que inició la pandemia, excepto el 24 y 31 de diciembre que les permitieron ver a sus familiares durante 10 minutos, las mujeres no cuentan esos días como una visita regular.
Esta sede se encuentra ubicada en la Avenida Urdaneta, Caracas y los presos están recluidos en el piso 5 del edificio.
“Diez meses tienen nuestros familiares sin visitas. Fue solo el 24 y 31 de diciembre que nos dieron la oportunidad de verlos, pero eso no duró ni diez minutos. Nosotros necesitamos tener contacto con nuestros familiares. Son seres humanos y necesitan de nosotros”, manifestó una de las mujeres.
Esos veinte minutos, entre el 24 y 31 de diciembre, fueron las únicas visitas durante diez meses que recibió esta población interna. En lo que va del 2021 no se han autorizado visitas. Familiares manifestaron la necesidad de que en este calabozo policial se les permita ver a sus seres queridos.
Los parientes aseguran la manera de comunicarse es «con cartas que son entregadas a los funcionarios los días miércoles y domingos, pero esto no es garantía de que lleguen a manos del destinatario».
Condiciones infrahumanas
Familiares de los internos explicaron que se trata de una pequeña celda con capacidad máxima para 30 personas y en donde en la actualidad ocupan el lugar más de 80 detenidos. Una de las fuentes consultadas refirió que en diciembre, entre traslados y libertades, unos 50 reclusos salieron de ese calabozo policial.
“Pero desde finales de 2020 y en lo que va de enero han ingresado como cincuenta más. El hacinamiento es horrible. Ellos se turnan para medio dormir pues en este calabozo policial no hay aéreos, así que lo que comparten es un pedazo de suelo por unas pocas horas, allí duermen de pie”, relatan.
Alimentación y falta de efectivo
UVL constató una larga cola de familiares que esperaron varias horas para poder entregar los alimentos. Otro familiar, que solicitó mantenerse en el anonimato, expresó que “aquí podemos pasar seis o más horas diarias para entregarle la comida a nuestros familiares, no hay una hora fija por parte de los funcionarios, ellos salen a dar indicaciones para que pasemos a entregar los alimentos a la hora que les da la gana”.
También refieren que en este calabozo policial no les permiten el acceso de jugos. “Ellos necesitan alimentarse y las vitaminas que ofrece una bebida como un jugo casero nunca puede ser comparado con un sobre de estas bebidas que solo son químicos y es lo único que les permiten pasar”.
Pero garantizar el alimento y medicina a un privado de libertad es un gran reto para los familiares. Pero a ello se suma el reto de conseguir efectivo para trasladarse a diario al centro de detención.
Una de las mujeres explicó que el cajero solo da solo 200.000 bolívares diarios. “Pero resulta que en mi caso necesito seiscientos mil bolívares sólo para el pasaje”. Estos obstáculos a los que se enfrenta a diario el familiar de un privado de libertad los lleva a clamar celeridad en los procesos judiciales.
Una sola muda de ropa para toda la semana
Familiares de esta población reclusa aseguran que los internos de la División Contra Robos del Cicpc tienen uniforme que consta de franela azul y mono azul, que debe ser suministrado por los familiares.
Al preguntar por el proceso de aseo de la población reclusa, los parientes de los internos explicaron que los sábados los familiares hacen entrega de la muda de ropa limpia y que solo se les permite ingresar una muda que comprende franela, mono y ropa interior en un solo juego, ratificando que ellos pasan toda una semana con una sola pieza de ropa interior.
Enfermedades en la celda
Pese a que la tuberculosis es la enfermedad que con mayor frecuencia es denunciada en los diversos calabozos policiales del país, familiares indicaron desconocer a la fecha de algún caso positivo en esta sede.
Las enfermedades que los parientes de los internos han identificado es la escabiosis y los abscesos cutáneos, conocidos entre la población reclusa como furúnculos o “nacidos”.
Refirieron que en este CDP no existen casos de desnutrición, pues si bien es cierto que hay casos de internos desasistidos, la misma población reclusa comparte con estos parte de sus alimentos.
Con información de UVL