Aunque se muestra todopoderoso, el Estado chavista es incapaz de cumplir con las tareas fundamentales que le asigna la Constitución venezolana como el control territorial, la seguridad y la protección de los ciudadanos, la gestión de los recursos públicos, la administración de los servicios básicos y el apoyo a los sectores más vulnerables.
“Dadas estas características es posible afirmar que Venezuela tiene hoy un Estado que es frágil y con tendencia a deteriorarse aún más”, advierte el director de Econométrica, Henkel García, en un ensayo publicado en la revista Democratización, editada por el Instituto de Estudios Sociales y Políticos FORMA.
“El caso venezolano es un buen ejemplo de cómo esa debilidad del Estado afecta la actividad económica. Su incapacidad de crear un marco propicio para una economía de mercado, sin institucionalidad inclusiva, con la carencia de servicios públicos básicos, sin seguridad jurídica, con pérdida del control territorial de parte del país, con un precario sentido de la importancia de la propiedad privada, y sin ningún control sobre la labor del Poder Ejecutivo, representan parte de las razones que explican la profunda contracción económica que ha tenido Venezuela”, señaló García.
El analista e instructor en finanzas observa que “en su intento de consolidarse en el poder, de dominar a la sociedad”, el régimen de Nicolás Maduro “destruyó gran parte de la capacidad productiva tanto del sector privado, como también de las empresas que manejaba el Estado, algunas de las cuales fueron expropiadas”. En particular, destaca “el actual estado de deterioro de la industria petrolera, la cual es la principal fuente de divisas del país”.
Bajo estas condiciones, García sostiene que “el favorecimiento y libertad de acción que el gobierno de turno le da a sus más allegados hace que determinados grupos obtengan un bienestar desligado de la realidad económica del resto del país. Es poca la riqueza generada o remanente, y esta es deseada por estos nodos clientelares”.
El experto indica que “el aislamiento internacional, producto del rechazo de los países ante la acción política interna, ha tenido un impacto significativo” en la capacidad de atraer fuentes de financiamiento a la República. A su juicio, esta situación obedece a la “profunda desconfianza que tienen los actores nacionales e internacionales sobre la realidad estatal, institucional y social de Venezuela”.
Sociedad fuerte
“A pesar de la propensión despótica del gobierno actual, la exigencia de la sociedad debe estar dirigida a la contención del fenómeno de debilitamiento y fragilización del Estado, el cual, como ya se ha mencionado, puede dificultar, más que facilitar, la transición a la democracia”, enfatiza el ingeniero químico.
García subraya en su artículo que la sociedad civil juega un papel clave en el robustecimiento de la articulación social. “La Academia, los gremios empresariales, la Iglesia, los sindicatos, los estudiantes. Es una corresponsabilidad entre las personas que se dedican a la política, así como las élites del país. El fortalecimiento de esos actores podría transformarse en el fortalecimiento de la sociedad, si esos actores fortalecidos tienen la voluntad y capacidad de comunicarse y coordinar. Esta es, sin duda, una de las direcciones a la que se debe apuntar”.
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