El estratégico puente de Kerch, construido por el régimen de Vladimir Putin para conectar Rusia con la península de Crimea tras su ilegal anexión en 2014, sufrió graves daños en su estructura y parte de la vía colapsó tras una explosión registrada la mañana de este sábado.
Empezó a construirse en febrero de 2016 y tuvo un coste total de 228.000 millones de rublos (3.000 millones de euros). Mide 19 kilómetros de longitud y se le considera el más largo de Europa. El estrecho de Kerch tiene entre 4,5 y 15 kilómetros de ancho y une los mares Negro y Azov.
El puente, realizado con ingeniería rusa, incluye cuatro carriles para vehículos -dos en cada dirección- y dos vías de tren -una en cada dirección-.
El 15 de mayo de 2018, el presidente ruso inauguró el puente subido en un camión. Al día siguiente comienzan a circular los primeros usuarios, que en los siguientes meses se quejarían de las colas kilométricas que se formaban a la entrada de la infraestructura.
Y el 23 de diciembre de 2019 otra vez Putin fue el encargado de inaugurar, a bordo de un tren, la vía férrea que une Rusia con la anexionada península de Crimea. La velocidad prevista en el trayecto era de 120 kilómetros por hora. Se estimaba entonces que cerca de 14 millones de personas cruzarían el puente al año.
Ese día, Putin calificó de «grandioso» el proyecto. «Este es un acontecimiento muy importante para Crimea, Sebastopol y todo el sur de Rusia, y también para todo nuestro país», comentó.
Ahora, en medio de la invasión, el puente cumplía una función estratégica para el suministro de combustible y el cruce de tropas y artillería desde la Rusia continental hacia el sur de Ucrania.
Con información de EFE