El Observatorio Social Humanitario reunió este jueves 24 a un panel de expertos en temas de nutrición y seguridad alimentaria para hacer un balance de la situación que actualmente aqueja a los venezolanos. Los especialistas concluyeron que la desnutrición continúa haciendo estragos en el grueso de la población.
La doctora Maritza Landaeta, coordinadora de investigación y docencia de la Fundación Bengoa, hizo referencia al promedio de ingresos de una familia venezolana con respecto al costo de la canasta alimentaria, lo cual impide acceso a alimentos de calidad para la ingesta de comida balanceada y básica.
«Tenemos que diferenciar que hay varios mundos en Venezuela, una cosa es lo que podemos tener en Caracas y otra en el interior del país (…) es bueno diferenciar que la desnutrición aguda tiene una variabilidad muy grande, puedes conseguir una comunidad con 3% y otra con 12 o 14%. Igual con la desnutrición crónica, que no solo va a causar retardo en el crecimiento en la parte física, sino que también tiene un componente importante del desarrollo del ser humano (…) en la medida en que nos alejamos de los centros poblados del país, donde de alguna manera llegan con cierta regularidad programas como el CLAP, el problema se vuelve mucho más complejo«, dijo.
Agregó que aproximadamente un 20% de los embarazos en Venezuela son de madres adolescentes, que lo comienzan con déficit nutricional y que esto impacta directamente el desarrollo del niño, que nacen con déficit de peso y en los primeros años del desarrollo de su vida no tiene un ambiente acorde para su crecimiento.
Para Landaeta es importante ampliar el radio de acción, pues considera que el problema nutricional impacta de manera diferenciada a los distintos sectores por lo que se debe incorporar esa visión no solo al diagnóstico sino al abordaje.
Por su parte, Lissette González, Coordinadora de Investigación y Difusión de la organización Provea, presentó los hallazgos de su más reciente informe en el que denuncian la falta de acceso a la canasta alimentaria básica para la gran mayoría de la población venezolana.
González insistió en que el Estado venezolano falló en su obligación de proteger el derecho a la alimentación de los venezolanos, pues ha debido promover medidas en relación con las sanciones de terceros países. “No hubo tampoco medidas para proteger el ingreso de los trabajadores. Y otra obligación es que los alimentos importados, tanto los de los CLAP como los de los bodegones, no pasan por los controles sanitarios del Estado venezolano, por lo que no nos están protegiendo».
Aseguró que, en cuanto a la obligación de facilitar, el Estado tampoco dictó medidas o diseñó políticas que posibiliten la alimentación de las personas “está el tema de los servicios públicos como la escasez de agua, apagones y la escasez de gas para cocinar, lo que tiene un impacto directo sobre la capacidad de la población para alimentarse (…) por otra parte, los CLAP no se distribuyen con la misma periodicidad del pasado, y tampoco contienen alimentos nutritivos y necesarios. (…) sobre los bonos de la patria, también son insuficientes y tampoco hay criterios claros de asignación».
Para la investigadora, el rechazo de la emergencia humanitaria del Estado venezolano en distintos foros perjudicó la entrada de ayuda humanitaria al país y por tanto la asistencia a grupos vulnerables se vio retrasada. Y actualmente se sigue restringiendo la labor de los programas de campo y criminalizando la labor de las organizaciones humanitarias.
Con este panorama hay distintas organizaciones de la sociedad civil atendiendo a grupos vulnerables, Samuel Díaz, director general de la ONG, Nutriendo el Futuro, explicó la labor que realiza Nutriendo el Futuro en la población del Calvario, municipio El Hatillo.
«Entendemos que el impacto de un comedor comunitario no se mide por la cantidad de alimentos que se reparte, sino se mide por los niveles de desnutrición que han disminuido. (…) el 61% de nuestros niños están hoy en el peso y talla que deberían estar de acuerdo con su edad. Quisiéramos que fuera mucho más, pero otros aspectos como el acceso a servicios públicos de calidad y el acceso al agua lo impide» indicó.
Denunció el estado de desnutrición con el que están creciendo los niños venezolanos y sus consecuencias a futuro. «Los niños que hoy están creciendo en Venezuela están creciendo con un déficit calórico importante, por lo que está mermando su desarrollo cognitivo y físico, eso es un reto para nosotros porque tendremos una generación que viene con deficiencias a la hora del ingreso al mercado laboral. Hay que desarrollar una economía para que estas personas puedan ser incluidas y el desarrollo del país no se vea mermado», dijo.
Para finalizar, la investigadora Lissette González advirtió que, aunque se observen mejoras en los indicadores económicos, el Estado venezolano dejó de invertir en políticas públicas. “La economía se recupera al costo de un aumento tremendo de desigualdad y de un retiro del Estado y el cese de los derechos de los venezolanos. La economía crece para un grupo que recibe ingresos en divisas, etc. y el resto de la población se encuentra en una situación de vulnerabilidad cada vez mayor».