El español Rafael Nadal afianzó este domingo su hegemonía sobre la tierra batida con su decimotercera victoria en Roland Garros al derrotar en la final al serbio Novak Djokovic, por lo que sumó su vigésimo Grand Slam que le coloca a la altura del suizo Roger Federer.
Con su victoria 100 en la tierra batida parisiense, el tenista español, de 34 años, asestó de una tacada dos golpes: uno al empuje del serbio, un año menor, que viene presionándoles por detrás a él y a Federer; otro a la leyenda del helvético, que por primera vez tendrá que compartir la gloria.
Nadal sigue siendo el rey de la tierra batida incluso cuando los cielos se revuelven, y desde ese trono los cielos están a su alcance.
«Claro que me gustaría acabar como el jugador que tiene más Grand Slam al final de mi carrera. Pero no pienso en ello todo el rato (…) Para mi ahora lo importante es haber ganado otra vez el torneo que más me importa», dijo el español.
Lo hizo de forma brillante, la cuarta que consigue sin ceder un set, y rematada en una de sus mejores finales, ante un rival que llegaba como número uno del mundo y con una sola derrota en todo el año, por descalificación en el Abierto de Estados Unidos por haber dado un pelotazo a una juez de línea en su duelo con el español Pablo Carreño.
La final se anunciaba apasionante, porque además el serbio parecía más cómodo en las condiciones meteorológicas otoñales en las que se disputó este Roland Garros, desplazado por la pandemia.
Pero ganar el trono de Nadal exige más y el español demostró que se había tomado en serio eso de dominar los cielos.
EFE