El alojamiento de los refugiados que se quedaron sin techo tras el incendio del campo de Moria en un nuevo terreno con carpas continúa este domingo con lentitud y en las primeras 24 horas han podido instalarse unas 200 personas.
El proceso se arrastra no solo porque cada persona que ingresa en este nuevo campo debe registrarse a la entrada, sino porque antes de poder entrar en la carpa que le sea asignada debe someterse a una prueba rápida de COVID-19.
Los incendios del martes y miércoles por la noche, que destruyeron “la jungla” de Moria donde vivían cerca de 12.700 personas, cuatro veces más que su capacidad inicial, dejaron en la calle a miles de familias, entre ellos a 4.000 niños.
EFE