El papa Francisco relanzó hoy en la Cumbre del Clima COP28, que se celebra en Dubái, su petición para que se constituya un fondo con el dinero que se usa en armamento para combatir el hambre y promover medidas que sirvan para combatir el cambio climático.
«Cuántas energías está malgastando la humanidad en las tantas guerras en curso, en Israel y Palestina, en Ucrania y en muchas regiones del mundo», dijo en un discurso leído por su secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, ya que el pontífice no pudo estar presente por sufrir una inflamación pulmonar.
Esos conflictos «no resolverán los problemas, ¡sino que los aumentarán! ¡Cuántos recursos se malgastan en armamento, que destruye vidas y arruina la casa común!», añadió.
«Lanzo de nuevo una propuesta: con el dinero que se usa en armas y otros gastos militares, constituyamos un Fondo mundial para acabar de una vez con el hambre y llevar a cabo actividades que promuevan el desarrollo sostenible de los países más pobres, para combatir el cambio climático», dijo.
Para el papa Francisco, la única solución es «el multilateralismo» tanto en el cuidado del medioambiente como la búsqueda de la paz, «las temáticas más urgentes y que están mutuamente relacionadas», dijo.
Además, Francisco instó a que la COP sea «un punto de inflexión» para «una aceleración decisiva hacia la transición ecológica» y que no se culpe a los países más pobres, que son responsables «de apenas el 10% de las emisiones contaminantes» y «las víctimas» del cambio climático.
«¡Dejemos atrás las divisiones y unamos las fuerzas! Y, con la ayuda de Dios, salgamos de la noche de la guerra y de la devastación ambiental para transformar el futuro común en un amanecer luminoso», dijo.
Destacó que «ahora más que nunca, el futuro de todos depende del hoy que escojamos», porque «la devastación de la creación es una ofensa a Dios» y el mundo tiene la «gran responsabilidad» de «velar porque no se les niegue el futuro» a las próximas generaciones.
«La ambición por producir y poseer se ha convertido en una obsesión», dijo, al criticar «la divisiones» que impiden el avance de las negociaciones internacionales y las «posturas rígidas, cuando no inflexibles, que tienden a proteger los ingresos propios y de sus empresa», pero «el mañana que, nos guste o no, será de todos o no será».
«No es culpa de los pobres, porque casi la mitad del mundo, la más pobre, es responsable de apenas el 10% de las emisiones contaminantes, mientras que la distancia entre los pocos acomodados y los muchos desfavorecidos nunca ha sido tan profunda. Ellos son, en realidad, las víctimas de lo que está sucediendo», dijo.
Mencionó a «las poblaciones indígenas, la deforestación, el drama del hambre, de la inseguridad hídrica y alimentaria, en los flujos migratorios provocados», dijo que los nacimientos «no son un problema, sino un recurso» y consideró «justo encontrar modos adecuados para condonar la deuda económica que grava sobre varios pueblos, teniendo en cuenta la deuda ecológica que hay en favor de ellos».
Tras recordar los pasos dados en Río de Janeiro en 1992 y París en 2016, «urge ahora relanzar el camino» y pidió que «esta COP sea un punto de inflexión, que manifieste una voluntad política clara y tangible, que conduzca a una aceleración decisiva hacia la transición ecológica, por medio de formas que posean tres características: que sean eficientes, que sean obligatorias y que se puedan monitorear fácilmente».
E instó a que se realicen «en cuatro campos: la eficiencia energética, las fuentes renovables, la eliminación de los combustibles fósiles y la educación a estilos de vida menos dependientes de estos últimos».
«Se trata aquí de no aplazar más, no sólo de desear sino de realizar el bien de vuestros hijos, de vuestros ciudadanos, de vuestros países, de nuestro mundo» porque «para eso está el poder, para servir» y «la historia se lo agradecerá», añadió.
EFE