El parlamento de Italia comienza a votar este lunes por un nuevo presidente, con el primer ministro Mario Draghi como favorito, pero lejos de estar garantizado en una contienda que corre el riesgo de desestabilizar al gobierno.
El ex primer ministro multimillonario Silvio Berlusconi se retiró de la contienda el sábado, pero a pesar de las continuas disputas durante el fin de semana, aún no ha surgido ningún candidato claro.
Berlusconi y Matteo Salvini, del partido antiinmigración Liga, se oponen a la candidatura de Draghi, argumentando que debería quedarse donde está mientras Italia sale de la crisis del coronavirus.
“Sería peligroso para Italia en un momento económico difícil… reinventar un nuevo gobierno desde cero”, dijo Salvini a los periodistas el domingo.
Pero Enrico Letta, líder del Partido Democrático de centroizquierda, dijo que Draghi había sido un “recurso extraordinario” para Italia e insistió en que su nombre todavía estaba sobre la mesa para la presidencia.
El jefe de estado es un puesto en gran medida ceremonial, pero el titular ejerce un poder considerable durante las crisis políticas, desde la disolución del parlamento hasta la elección de nuevos primeros ministros y la denegación de mandatos a coaliciones frágiles.
La elección, una votación secreta realizada durante varios días por más de 1.000 diputados, senadores y representantes regionales, es notoriamente difícil de predecir.