De madrugada, tres días después del crimen y con una frialdad que ha sorprendido a la Policía, un chico de 15 años, Santiago, ha confesado el asesinato de sus padres y su hermano, de 10 años. El crimen se produjo el martes 8 de febrero, pero no se supo nada hasta este fin de semana, cuando una vecina de la partida de Algoda, una comarca rural del llamado Campo de Elche en Alicante España, se cruzó con el muchacho y le preguntó por sus padres.
Por Fernando Mas Paradiso – INFOBAE
Hacía días que no los veía, le dijo. El chico respondió que los había matado. Llevaba tres días conviviendo con sus cadáveres. Durante ese tiempo había dejado de ir al colegio. Al escuchar las palabras del presunto asesino, la mujer llamó a un familiar del chico. Este pariente fue hasta la casa y descubrió que el relato del chico era cierto. Llamó a la Policía y a los servicios de emergencia. Llegaron los agentes, los servicios forenses. Y un equipo de psicólogos. El menor fue detenido.
La confesión
Ya de madrugada, este mismo sábado 12 de febrero, el joven confesó: había utilizado una escopeta de caza. Había disparado a su madre, a su padre, a su hermano. Había decidido quedarse en casa, con los muertos allí. Sin decir nada.
Ahora se investigan las causas que desataron la ira del menor y que lo llevaron a empuñar la escopeta y a matar a su familia. Fuentes policiales trabajan en una hipótesis: una discusión por las malas notas escolares del muchacho y el consiguiente castigo impuesto por los padres. Lo dejaron sin jugar a la PlayStation y le cortaron el wifi del teléfono móvil. Además, le reprocharon que no hacía nada para ayudar a la familia.
El crimen, indican fuentes de la investigación, fue de una violencia inusitada. Tras la discusión con la madre, el menor fue a buscar una escopeta, presuntamente propiedad de su padre. La cargó, volvió a la casa y disparó dos veces a bocajarro contra su madre. En el comedor de la casa. Los disparos alertaron al hermano de 10 años. El pequeño estaba en su cuarto cuando al oír los tiros fue al comedor. Su hermano volvió a descargar la escopeta. Otros dos disparos. Su madre y su hermano muertos.
El padre no estaba en casa, estaba trabajando. Cuando regresó y abrió la puerta, su hijo de 15 años le disparó. Otra vez dos tiros. Pero en esta ocasión disparó una tercera vez: remató al padre con un tiro en la cabeza.
La actuación del joven ha desconcertado a la Policía. Tras matar a los tres miembros de su familia, trasladó los cadáveres a un cobertizo que hay junto a la vivienda. Allí los mantuvo tres días, hasta que fue descubierto. Tras su detención y confesión, los investigadores han remarcado, informa El País, la “frialdad fuera de lo normal” del presunto parricida, que no ha expresado “remordimiento” alguno.
Un amigo de Santiago ha explicado que el presunto parricida era un buen estudiante que había bajado su rendimiento escolar en los últimos meses “porque le daba pereza” estudiar. Explicó, además, que como llevaba días sin ir al colegio lo llamaron y el respondió que estaba en casa confinado con Covid.