El cadáver del activista sirio Mazen al Hamada, símbolo de la brutalidad del régimen de Bachar al Asad y que estaba desaparecido desde 2020, cuando fue detenido por fuerzas gubernamentales, ha sido encontrado en un hospital de las afueras de Damasco.
La cofundadora de la organización Familias por la Libertad, Fadua Mahmud, cuyo grupo está liderado por mujeres sirias en búsqueda de sus parientes detenidos y desparecidos en el conflicto, dijo este martes a EFE que han logrado confirmar el fallecimiento de Al Hamada, que se encontraba preso en la cárcel de Sednaya, al norte de Damasco.
Su cuerpo estaba en el Hospital Militar de Harasta, en las afueras de la capital siria, y ha sido trasladado a otro centro sanitario, el Hospital al Muchtahid, en el centro de Damasco, para celebrar su funeral, mañana, miércoles.
Precisamente, este martes el director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, Rami Abderrahman, señaló a EFE que entre 40 y 50 cadáveres» fueron encontrados en Sednaya, conocida por el uso de la tortura contra los prisioneros, durante las operaciones de rescate iniciadas poco después de que los insurgentes tomaran la capital.
Desde que el grupo islamista Organismo de Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham o HTS, en árabe), heredera de la exfilial siria de Al Qaeda, controlara Damasco, las puertas de esta prisión, que estaba gestionada antes por la Policía Militar siria, se abrieron y aparecieron varios vídeos en los que se mostraban a algunos presos con claros signos de tortura.
Mahmud dijo que el cadáver de Al Hamada llevaba en Harasta más de una semana y que posiblemente tras morir en Sednaya su cuerpo fue transferido por el régimen al hospital.
Al Hamada fue un activista que organizó y participó en concentraciones a favor de la democracia desde los primeros días de las protestas antigubernamentales en Siria, iniciadas en marzo de 2011.
En 2012, las fuerzas del Gobierno lo detuvieron por intentar introducir de contrabando leche materna en un suburbio asediado de Damasco.
Fue arrestado dos veces y torturado durante casi dos años en conocidos centros de detención, que aparecen en las fotos de ‘César’, por su trabajo como crítico abierto del régimen.
Tras ser liberado, regresó brevemente a su ciudad natal, Deir al Zur, en el noreste del país, pero huyó de Siria cuando se convirtió en objetivo del grupo terrorista Estado Islámico (EI). Tras llegar a los Países Bajos en 2014, trabajó para llamar la atención sobre los horrores del sistema penitenciario sirio.
A su regreso al país árabe, el 22 de febrero de 2020, fue detenido en el aeropuerto internacional de Damasco y desde entonces se encontraba en paradero desconocido.