Este sábado 07 de enero tuvo lugar la instalación de la CXIX Asamblea Ordinaria Plenaria del Episcopado Venezolano, con la presencia de los arzobispos y obispos de Venezuela, los directores de los diferentes departamentos del Secretariado Permanente del Episcopado Venezolano, e invitados especiales.
Previo a la instalación, en el Templo Nacional Don Bosco, el cardenal Baltazar Porras ofició una eucaristía en memoria del papa emérito Benedicto XVI, por algunos obispos fallecidos en el 2022, y por personas cuyas vidas estuvieron muy unidas a la misión institucional de la Conferencia.
La 119 asamblea inició con las palabras de apertura de monseñor Jesús González De Zárate Salas, arzobispo de Cumaná y presidente de la CEV.
“Nos reunimos en esta CXIX Asamblea Ordinaria Plenaria de la Conferencia Episcopal Venezolana para compartir nuestra vida y misión y reflexionar sobre el ser y el quehacer de la Iglesia que peregrina en Venezuela y sobre el pueblo que estamos llamados a servir”, expresó monseñor De Zárate.
Destacó, entre otras cosas, que “los obispos de Venezuela, contando con el apoyo de los sacerdotes, los religiosos y religiosas, los laicos de cada una de nuestras Iglesias particulares, hemos seguido sirviendo a nuestro pueblo a través de la acción evangelizadora. Hemos hecho la opción de ser pueblo, de estar cerca del pueblo, de no abandonar al pueblo”.
Por su parte. monseñor Ignazio Ceffalia, encargado de negocios de la Nunciatura Apostólica en Venezuela, saludó al episcopado en nombre del papa Francisco, asegurando que «no podemos buscar protegernos sólo a nosotros, es hora que nos comprometamos a la sanación de la sociedad, del bien común».
Seguidamente se realizaron presentaciones sobre la realidad económica y social del país, a cargo de Luigi Pisella, presidente de la Confederación Venezolana de Industriales y de Enrique Vallés, encargado de ACNUR en Venezuela.
Para concluir, monseñor Mario Moronta, obispo de San Cristóbal y primer vicepresidente de la CEV, dio su testimonio sobre la visita realizada en noviembre a la diócesis de Apartadó, en Colombia; junto a monseñor De Zárate, donde constataron la cruda realidad de los migrantes venezolanos que cruzan la peligrosa selva del Darién en su camino hacia Estados Unidos.