El dirigente político de Primero Justicia, Julio Borges, señaló que son 5 jefes de las disidencias de las FARC que han sido ultimados en el último año en Venezuela y que la convivencia del régimen venezolano con estas organizaciones terroristas debe ser inaceptable para las democracias de la región. Recalcó que al menos 32 grupos armados tienen presencia en Venezuela.
“Son al menos 5 jefes de las disidencias de las FARC que han sido ultimados en territorio venezolano, en medio de una lucha entre grupos criminales por el control de pasos fronterizos y el negocio del narcotráfico. Venezuela se ha convertido en un santuario para estos grupos, una especie de refugio seguro, donde nuestro país sirve de patio para no solo planificar sus actividades terroristas, sino para enriquecerse por medio de actividades como el narcotráfico, la minería ilegal, la trata de personas, el secuestro y cobro de soborno”.
Borges aseguró que en Venezuela operan 32 grupos armados, y que muchos de ellos hacen las veces de Estado en varios territorios del país. “Fundaredes detalló en su más reciente informe que en Venezuela confluyen 28 grupos armados irregulares, entre los que destacan diversos frentes de las disidencias de las FARC y el ELN, así como organizaciones internacionales del narcotráfico como el cartel de Sinaloa”.
Sostuvo que Maduro busca llenar de miedo a los venezolanos con estas alianzas. “Maduro se vale de la alianza con este sistema delictivo para amedrentar y llenar de miedo a los venezolanos; y así impedir una organización popular que derive en un cambio político. En tercer lugar, fortalece su posición de negociación en América Latina porque Venezuela abre sus puertas para todo aquel que cometa delitos contra los Estados democráticos de la región”.
Recordó que esta relación es un riesgo para toda la región. Por eso llamó a los países a pasar de un enfoque declarativo a uno de acción. “Se requiere una posición de fuerza de todas las democracias de América. Una posición que le ponga un freno a Maduro y le delimite exhaustivamente el campo de juego político, partiendo de una idea muy simple y concisa: sus vínculos con el narcoterrorismo son inaceptables y ponen riesgo la convivencia democrática de la región”.
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